Unas páginas más
arriba apuntábamos la idea (…) según la cual (…la política) encuentra en el
conflicto un elemento constitutivo fundamental…
Ahora es también
obvio que si la política contiene esa dimensión de conflicto como una dimensión
esencial e inerradicable (…) no puede tampoco agotar el espacio de la política
y su definición: no hay ni podría haber política en una sociedad donde solo
hubiera división y antagonismo. De ahí que (…) apunte inmediatamente un segundo
elemento constitutivo de la política: el poder, que ofrece a ese mismo cuerpo
social escindido o dividido una no menos necesaria articulación, e instituye de
ese modo, por encima del conflicto y a pesar de él, un espacio común entre los
hombres. Así la política aparece definida en el espacio delineado por estos dos
grandes “principios generadores” de cualquier sociedad: el conflicto y el
poder. O, si se prefiere: la división y la articulación, la apertura y el
cierre, el desorden y el orden. (…)
La palabra
“política” es ambivalente no porque esté necesitando una “definición” más
precisa, sino porque aquello que nombra, involucra una tensión inerradicable.
En efecto,
contra quienes reducen la política [...] al mero funcionamiento de la
maquinaria institucional, pero también contra quienes buscan la política
solamente en las prácticas de oposición a esos dispositivos, sostendré acá que
el conflicto y la tensión entre la idea de la política entendida como práctica
institucional de administración de las sociedades y la idea de la política
entendida como antagonismo y lucha es constitutiva de la política misma. Que el
espacio de la política se define exactamente en esa tensión, en ese punto de
cruce entre las instituciones formales y las prácticas sociales, entre las
"instituciones políticas" y las "acciones políticas", entre
los poderes constituidos de los Estados y el poder constituyente de la
multitud, entre las instituciones y los acontecimientos, entre la autoridad y
la novedad. O, si quisiéramos volver ahora sobre los dos “principios
generadores” de los que (…) hablaba (…) unas páginas más atrás: entre el poder
y el conflicto. Que no constituyen sino las dos partes de una unidad
inseparable, y que no pueden pensarse, en consecuencia, sino en su mutua relación.
La política es siempre, en efecto, la actividad o el conjunto de actividades
desarrolladas en ese espacio de tensión que se abre entre las grietas de
cualquier orden precisamente porque ningún orden agota en sí mismo todos sus
sentidos ni satisface las expectativas que los distintos actores tienen sobre
él.
Eduardo Rinesi. Política y
tragedia. Buenos Aires, Colihue, 2003
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