sábado, 17 de marzo de 2018

La naturaleza del Estado

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I
Todo ciudadano del mundo moderno es súbdito de un Estado. Está legalmente obligado a obedecer sus órdenes, y los perfiles de su vida son marcados por las normas que el Estado impone. Estas normas son las leyes; y en el poder de exigirlas a todos los que viven dentro de sus fronteras, radica la esencia del Estado. Todas las demás asociaciones son de carácter voluntario, y solo pueden obligar al individuo en tanto éste consiente en ser miembro de ellas. Pero una vez que una persona reside en un Estado determinado, no tiene legalmente otra alternativa que obedecer sus mandatos. Estos, con su carácter legal, son superiores a las exigencias de cualquier otra sociedad. El Estado, por decirlo así, es la cúspide de todo el edificio social moderno; y su supremacía sobre todas las demás formas de agrupación social es lo que caracteriza su naturaleza especial. 
El Estado es, de esta suerte, un modo de regular la conducta humana. Cualquier análisis de su carácter lo revela como un método para imponer principios de conducta, con los cuales los hombres deben ordenar sus vidas. El Estado nos manda no robar; y castiga toda violación a esa orden. Establece un sistema de imperativos, y usa la coacción para asegurar la obediencia a ellos. (...)
Resulta pues, que el Estado es una sociedad de individuos sometidos por la fuerza, si fuese necesario, a un determinado género de vida, Toda la conducta de la sociedad debe amoldarse a ese género de vida. Las reglas que establecen su carácter son leyes del Estado, y por una lógica evidente gozan necesariamente de primacía y son soberanas sobre todas las demás reglas. En esta sociedad, los individuos que hacen y obligan a cumplir las leyes constituyen el Gobierno, y aquel conjunto de disposiciones que regula: primero, cómo han de hacerse las leyes; segundo, de qué modo han de modificarse, y tercero, quién las ha de establecer, se denomina Constitución del Estado. (...)

IV
Expongamos nuestro problema central de otra manera. El Estado, como hemos dicho, es un modo de regular la conducta humana. Es un orden legal, cuyas normas ligan la conducta de los hombres de cierta manera, con preferencia a otras. Su acción es sencillamente una acción imperativa, que ninguno de los ciudadanos debe legalmente rehuir. ¿Cómo posee ese poder? Es difícil buscar una explicación,  a no ser en términos funcionales. El poder del Estado solo puede justificarse en términos de lo que trate de hacer. Su ley debe ser capaz de justificación en los términos mismos de las demandas que trata de satisfacer. El Estado preside un vasto conjunto de intereses, personales y corporativos, que rivalizan entre sí. Su derecho a la obediencia debe estar cimentado en un poder de dar carácter máximo de respuesta a las demandas  sociales. Debe atender a tal cúmulo de intereses, que los que resulten satisfechos sean más que los garantizados en otro sistema cualquiera. No se puede decir en que proporción deben ser atendidos, porque cada época valúa las cosas de un modo diferente. (...) Sólo podemos argüir que los imperativos legales pueden ser impuestos cuando su actuación satisface el mayor número de necesidades humanas con un sacrificio mínimo. Entonces se plantea el problema de moldear las instituciones con que opera el Estado del modo más conveniente para la mejor consecución de este fin.

Harold J. Laski. Introducción a la política (1917). Buenos Aires, 1970, Ediciones Siglo XX, cap I

miércoles, 14 de marzo de 2018

La política

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Unas páginas más arriba apuntábamos la idea (…) según la cual (…la política) encuentra en el conflicto un elemento constitutivo fundamental…
Ahora es también obvio que si la política contiene esa dimensión de conflicto como una dimensión esencial e inerradicable (…) no puede tampoco agotar el espacio de la política y su definición: no hay ni podría haber política en una sociedad donde solo hubiera división y antagonismo. De ahí que (…) apunte inmediatamente un segundo elemento constitutivo de la política: el poder, que ofrece a ese mismo cuerpo social escindido o dividido una no menos necesaria articulación, e instituye de ese modo, por encima del conflicto y a pesar de él, un espacio común entre los hombres. Así la política aparece definida en el espacio delineado por estos dos grandes “principios generadores” de cualquier sociedad: el conflicto y el poder. O, si se prefiere: la división y la articulación, la apertura y el cierre, el desorden y el orden. (…)
La palabra “política” es ambivalente no porque esté necesitando una “definición” más precisa, sino porque aquello que nombra, involucra una tensión inerradicable.
En efecto, contra quienes reducen la política [...] al mero funcionamiento de la maquinaria institucional, pero también contra quienes buscan la política solamente en las prácticas de oposición a esos dispositivos, sostendré acá que el conflicto y la tensión entre la idea de la política entendida como práctica institucional de administración de las sociedades y la idea de la política entendida como antagonismo y lucha es constitutiva de la política misma. Que el espacio de la política se define exactamente en esa tensión, en ese punto de cruce entre las instituciones formales y las prácticas sociales, entre las "instituciones políticas" y las "acciones políticas", entre los poderes constituidos de los Estados y el poder constituyente de la multitud, entre las instituciones y los acontecimientos, entre la autoridad y la novedad. O, si quisiéramos volver ahora sobre los dos “principios generadores” de los que (…) hablaba (…) unas páginas más atrás: entre el poder y el conflicto. Que no constituyen sino las dos partes de una unidad inseparable, y que no pueden pensarse, en consecuencia, sino en su mutua relación. La política es siempre, en efecto, la actividad o el conjunto de actividades desarrolladas en ese espacio de tensión que se abre entre las grietas de cualquier orden precisamente porque ningún orden agota en sí mismo todos sus sentidos ni satisface las expectativas que los distintos actores tienen sobre él.

Eduardo Rinesi. Política y tragedia.  Buenos Aires, Colihue, 2003

Miradas sobre la política

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La política es un fenómeno de la vida de la vida social de la que participan la ciudadanía y distintas organizaciones y fuerzas políticas integradas por individuos de diferentes valores e intereses que intervienen en el espacio público.  La política se desarrolla en un espacio tensionado por el poder, el orden y el conflicto que nace de las diferencias de esos valores e intereses.
Los siguientes fragmentos forman parte del video El poder de la política de la serie En el medio del poder producido por Canal Encuentro y conducido por la mirada periodística de Gisela Busaniche.

   La política 1
   La política 2
   La política 3
   La política 4 
   
  


lunes, 12 de marzo de 2018

Derechos Humanos

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La serie "Enfoque de Derechos Humanos" consta de un conjunto de clips elaborados por la agencia berlinesa Edeos (educación digital) con el apoyo de la Cancillería Alemana.
El abordaje de la problemática sobre los Derechos Humanos incluye un clip de introducción y uno sobre cada una de las tres dimensiones de los Derechos Humanos.
La primera dimensión se refiere a los Derechos Políticos y Civiles, la segunda dimensión se vincula con los Derechos Económicos, Sociales y Culturales y la tercera, con los Derechos Colectivos.
Los clips analizan además otras cuestiones relacionadas tales como la historia de los Derechos Humanos, la vigencia o violación de los mismos, o el papel de las organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch.